Nuestro camino en Via Fidelis
Via Fidelis, el camino fiel, es el camino del Señor Jesús. Como él dijo: “Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie viene al Padre sino por mí” (Jn 14:6). Cada uno de nosotros que hemos sido bautizados en el misterio de Jesucristo hemos sido elegidos y estamos invitados a caminar el camino fiel con el Señor. Él nos dice: “No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto permanezca, para que todo lo que pidáis al Padre en mi nombre él os lo dé” (Jn 15:16).
Cada uno de nosotros debe comprometerse a aprender más profundamente lo que creemos como seguidores del Señor Jesús y miembros de su Iglesia. Es a través del crecimiento en el conocimiento que podemos profundizar nuestro amor y búsqueda de la voluntad de Dios en nuestras vidas. Como remedio para el dolor en nuestro mundo y como una oportunidad para acercarnos y caminar con el Señor Jesús, nos comprometemos nuevamente con Él y haremos un viaje de cinco años por la Via Fidelis juntos.
A lo largo de nuestra Via Fidelis, contemplaremos nuestras responsabilidades compartidas de amar a Dios y al prójimo, y renovaremos continuamente nuestra decisión libre por el Señor Jesús. En este esfuerzo, buscamos el conocimiento del Depósito de la Fe y, a través de nuestros encuentros con los demás, poder amar a Dios, conocer su voluntad y cumplirla juntos en el mundo de hoy.
El plan de cinco años

2025: Proclamar la fe. Así como el catecumenado comienza con una etapa inicial en la que se escucha e interioriza el Evangelio, nuestra Via Fidelis comienza su primer año poniendo énfasis en la Buena Nueva de salvación en Jesucristo. Al igual que el proceso catecumenal, esta recepción del proclamación inicial del Evangelio nos llevará a una reflexión más profunda sobre las verdades de la fe que emanan de la Buena Nueva.

2026: Comprendiendo la Fe. En nuestro segundo año, nos centraremos en refrescar nuestro conocimiento de la fe como familia diocesana, lo que también aclarará nuestra misión compartida. Una vez que nos esforcemos por comprender nuestras creencias, estaremos mejor capacitados para explicarlas a quienes deseen aprender más sobre los profundos misterios de la fe.

2027: Celebrando la Fe. Al igual que en el catecumenado, una reflexión más profunda sobre la fe va acompañada de un impulso hacia una oración más profunda, un discernimiento, una acción en la fe a través de la “purificación y la iluminación”, la recepción de los sacramentos y la mistagogia, por lo que nuestro recorrido también pondrá de relieve las diversas formas en las que estamos llamados a vivir nuestra fe. En nuestro tercer año, por tanto, enfatizaremos las maneras en que estamos llamados a imitar a Jesucristo, quien vino “no para ser servido, sino para servir”(ver Mt 20:28; Mk 10:45). Mientras nos centramos en recibir los santos sacramentos y servir a los necesitados, oramos por la fuerza para hacer un nuevo compromiso con el Señor Jesús y decidir vivir nuestra fe de manera más plena y completa en él.

2028: Sirviendo la Fe. A lo largo de nuestra Via Fidelis, también nos centraremos en la extensión y el servicio, identificando oportunidades para apoyar y elevar a aquellos que están marginados o en necesidad. Este será nuestro cuarto año. Nuestro compromiso con el servicio no solo beneficiará a aquellos a quienes ayudamos, sino que también enriquecerá nuestra propia fe a medida que experimentamos dentro de nosotros mismos el poder transformador del Evangelio. A través de estos esfuerzos, pretendemos fomentar una comunidad brillante y llena de fe que sea a la vez acogedora e inspiradora para los demás. Al final de esta fase, esperamos haber cultivado una comprensión y apreciación más profundas de nuestra fe. Un amor tan profundo por nuestra fe nos capacitará para compartir su belleza y verdad con el mundo que nos rodea.

2029: Compartiendo la Fe. La fase final de nuestro camino nos llevará a la misión. A lo largo del año, haremos hincapié en la aplicación práctica de nuestras creencias, animándonos a encarnar las enseñanzas de la Iglesia en nuestra vida diaria. Al participar activamente en los sacramentos, profundizaremos nuestra conexión espiritual con el Señor Jesús y entre nosotros, y nos convertiremos en una comunidad de fe más fuerte.